24 jul 2009

Una habitación abandonada

La luz en la habitación de mis siempre mencionados pasillos, se encendió por una noche, se encendió para dar la oportunidad de reconocer sin temor algo de lo que yace escrito en sus oscuras paredes y que resaltan de alguna macabra forma, escrito en montones de papeles - ahora rotos - en sus aires guardados y días desolados. En sus escondidos encantos.

Se escuchaban sonidos aún, con puerta cerrada y luz apagada, un alma en pena se encargaba de llamar mi atención buscando sin interés ni preocupación, sonar fuerte aún en mis oídos.

Fue necesario mirar al final del corredor y reingresar a ese rincón dejado al olvido para revisar sentimientos encerrados… a la fuerza. Reencontrarse con aromas impropios ahora y chispazos de alientos que tristemente sólo alojan flechas con ápices de veneno.

Veneno que no te deja morir, pero sí mata y que en alguna etapa, permitía vivir.
Al reconocer tus sonidos dentro de mi boca. Al encontrar esa mirada a esas cortas distancias y vivir nuevamente esa vida que aún recorre parte de mis rincones pude descubrir que mi alma no soportará más el desinterés de tu ser.

Ya la luz se apagará en segundos, se volverá a apagar y cerraré la puerta tras de mí, con pestillo puesto; quizá hasta la próxima, quizá hasta nunca.

¿Qué te hace pensar
Que seguiré siendo
El relámpago de vida
Que ilumine tus espacios de oscuridad?


(original: ¿Qué te da de pensar,
Que seguiré siendo,
La lluvia enamorada
Que riega tus espacios
inciertos? – Marian Gonzales)

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