20 mar 2009

UNA PRINCESA, UN DRAGÓN Y UN PRÍNCIPE DESCAPOTADO_ parte 2

Después de algunos meses reapareció para él, ella pudo verlo corriendo y él siempre merodeaba el balcón esperando encontrarla nuevamente, esperando poder gritarle y contarle sus penas y encontrar un punto de vista del que él nunca pudo ver. Por fin, lograron comunicarse más seguido, ella le dio una pócima para que él a través de sus poderes pueda pensarla, invocarla y conversar por largas horas…sólo nocturnas porque era una de las condiciones de aquel conjuro.

Se conocieron mucho a lo largo de innumerables años y ya su amistad era inconfundible, pero llegó el momento en que debía terminar…y digo terminar porque la pócima cumplió su cometido, la pócima dejó de funcionar de un momento a otro…ya no se podía comunicar como les gustaba. Era tiempo de burlar las seguridades del castillo, las dificultades de la mezcla de dos personas ajenas cada uno al mundo del otro.

En ese tránsito y con el carruaje visitando algunos pueblos alejados, la princesa fue raptada por un dragón del que mucho tiempo se había dejado de hablar, un dragón al que llamaban Destinity – nombre algo femenino para un dragón ¿verdad? – en realidad nunca supe si era dragón o la esposa del dragón, pero sí botaba humo y fuego…volaba también, no sé tampoco si sólo en la imaginación del pintor o en el relato de este cuento. La cosa era así….fue raptada y su paradero desconocido por mucho tiempo.

Él preocupado por la noticia, la familia sin ánimos de nada…casi resignados a perderla ya que Destinity tenía fama de dejar morir a sus princesas y morir si era necesario por cuidarla. No tenían esperanzas…ni un Shrek, ni un príncipe encantado podían escabullirse para osar rescate.

En las inmediaciones de los montes y la vegetación yacía un castillo, tan viejo que la piedra del que fue construido era parte del planeta. Tan alto que su base empezaba donde terminaba el cielo y tan pequeño que con la justas entraba el dragón y sobre él, el cuarto (prisión) de la princesa.

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