La luz nunca fue tal hasta que me decidió desterrar,
El viento nunca sopló tanto hasta cuando pude gritar,
Gritar de tristeza por dejarte, por vivir,
Por ser tan amable conmigo y reír en vez de llorar.
Ésta es una clara manifestación de un grito reprimido a diario, o de una lágrima grata que busca un rincón siempre para no salir. Una ráfaga de vida de 3 décadas dio, como un suspiro hondo de Dios. Tu sacrificio insufrible, tu hospitalidad como la del mejor hotel del cielo y tu sonrisa como la de la más bella virgen.
Gracias ser divino, por haberme dado el privilegio de conocerte, la oportunidad de besarte, de brindarte mi cariño - aunque debo que reconocer mis muchas veces ingrato cariño-, por permitirme conocer a mi hermana y ser parte de ti.
Recuerdo mis brazos alrededor de tu pierna, derecha o izquierda lo mismo era, sujetando cariño y protección. Recuerdo llamarte como si me quitaran la vida por no querer separarme de ti. Recuerdo querer tomarte de la mano saltando por no llegar o divertirme viéndote hacerme muecas y diciendo cosas que hasta ahora no sé qué significan, riéndote, queriéndome, engriéndome, disfrutando y cuidando de mí a cada instante…hasta hoy.
Recuerdo muchas cosas, recuerdo tomarte de la mano y utilizarte de enciclopedia andante, preguntando hasta la más osada e inocente sin razón. También sé de nuestros paseos de tres, por mi hermana y de nuestras incursiones a “AZATO” a compartir más de nosotros. Recuerdo mi vida junto a la tuya. Tus tristezas y preocupaciones gracias a mí, mis metidas de pata y mis aciertos, mis locuras y las pocas bondades. Gracias por soportar tan fastidioso espécimen 9 meses… y hacerlo hasta ahora.
Un pequeñísimo homenaje a una mujer, un ser humano, una señora, un personaje, una Casanova … Grimanesa, mi madre.
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