31 dic 2008

PALIZAS INOLVIDABLES

Tomando una copa de vino, intercambiaba experiencias acerca de cómo nuestro padres se las ingeniaban para propiciarnos las más dolorosas palizas de nuestra existencia. Debo decir que la vida fue generosa conmigo porque me dio a un padre y una madre que preferían, el primero, ver televisión antes que pegarme y mi santa madrecita – quien me correteó un par de veces alrededor de los muebles – hablarme a mí y a mi hermana para ser mejores cada día.

Mucha suerte no corren otros, como mis primos el cabezón y la keka, quienes tuvieron la pesada suerte de tener una madre, mi queridísima madrina, quien se encargaba de ponerlos en dura regla cuando hacían travesuras… y cuando no las hacían también.

La sensación de que se te acaba la vida cuando cual venado corres por tu existencia y detrás de ti la leona, el guepardo, o peor aún, tu mamá, te pone la mano encima para dar rienda suelta a su tono más alto de voz, increpando tus irresponsables acciones – y de vez en cuando, un manazo, un correazo, un palazo, un cachazo de su arma… o una jalada de pelos. Jajaja.

Ahora recuerdo aquella única vez en que mi padre me ganó la carrera de los 20 metros con obstáculos hacia mi cuarto para darme unos cuatro correazos con su bien lucida correa de cuero labrado. Paliza que duele hasta ahora. O la samaqueada cerebral que me gané por ser un niño avergonzado que no quería salir con su traje blanco de karate – ¿qué culpa tenía yo de no querer que nadie me vea en traje tan ridículo en la calle? O ver a mi prima cuando ponía su carita de “ya pues, ya fui” cuando mi madrinita la pescaba del pescuezo por ser tan traviesa.

Viene a mi memoria también la excelente estrategia que adoptó Keka para librar golpes tan eficientemente y sobre todo a tan corta edad, se hizo de un escudo de lo más útil, casi lo fabricó ella misma: el cabezón, su hermano, quien con hidalguía novelesca no se quejaba ni lloraba por cumplir tan dedicada y abusiva labor.

Evocaba mi mente episodios de los más irreales cuando mi padre, sin pegarme, me azotaba con sus miradas profundas que me paralizaban en el acto, las mismas que hacían chillar a mi hermanita de solo merecerlas - Es mi deber explicar para el conocimiento del incauto lector que lee estas líneas, que Julie, mi hermana, era amante de andar tirando cosas en la mesa, era más o menos como un hobbie para ella.

Palizas que fueron parte de la formación, buena o mala, que seguimos construyendo el día de hoy.

2 comentarios:

  1. Estuvo muy divertido tu blog me gusto sobretodo Palizas innolvidables lo de q mi tia te correteava jajaja.

    tuvo muy divertido!!

    :)

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  2. Muy bueno y real ...marcial...faltaron los gritos estrenduosos de tu querida tía mechita.

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