El calor que existe en el amor que provoca un hijo, debe ser comparable con el del mismísimo infierno.
Quizá el calor que produce el interior de la Tierra y que erupciona a cada
momento, en cada etapa de la crianza de un hijo.
Pero si no estás preparado para afrontar una de las responsabilidades más
exigentes de la vida, si no es la más exigente, no te embarques en esa
aventura, porque promete mil y un desafíos, desde luchas con dragones y seres
inimaginables – claro, hay que jugar con los niños y su imaginación – los desvelos
y las más inquietantes preocupaciones, son cosa común. No importa la edad que
tenga, no importa qué tan responsable sea, esa condición no desaparece y vivirá
contigo siempre desde el nacimiento del niño o niña, hasta tu tumba.
¿Es un infierno ser padre? - No, no lo es.
No es para todos. Tienes que estar dispuesto. Tienes que ser valiente.
Tienes que saber que estás comprometido con la tarea de serlo, así te
equivoques, así no hagas las cosas siempre bien, así quieras renunciar a veces
por lo arduo de la labor; nunca rendirte. Estar siempre a pesar de cualquier
situación.
Saber ser duro, saber ser amoroso, saber escuchar, pero también saber
hacerte escuchar. Tienes que ser todo, así no hagas bien todo.
¿Y qué se siente? – Pues, desborda todo lo que puede contener el corazón y
tu ser. Entendiendo que no nos perteneces, hay que cumplir la tarea consciente
que son ajenos, son prestados para formarlos, para que sean personas de bien,
para que sepan desempeñarse frente a la vida. Y bueno, a la vez tienes que vivir
la tuya, con lo que te permite la responsabilidad de criar un hijo.